El Tótem Escorpión nos pide que reflexionemos acerca de darnos muerte a nosotros mismos de forma simbólica.
Posee un aguijón con un veneno mortífero que disuelve o aniquila al enemigo. Pero ¿hacia dónde apunta ese aguijón? Apunta hacia sí mismo. Lo cierne sobre su cabeza, como la conciencia, por encima del pensar, y se diría que usará el aguijón en algún momento para auto-disolverse.
El escorpión nos habla de aquel que se da muerte a sí mismo con sus propias armas, las que antes usó para luchar contra el enemigo exterior, por tanto, habla de libertad, de despertar del sueño o el hechizo de la forma. Decidir clavarlo sobre nosotros mismos y morir simbólicamente.
Hay un buen uso o un mal uso de la autodestrucción. El escorpión se identifica con su cuerpo, es violento hasta para aparearse, todo lo vive como una lucha encarnizada. Hace un mal uso de la autodestrucción porque se resiste contra la naturaleza, contra su cuerpo que es tal como es, contra los acontecimientos hasta el agotamiento.
Pero el aguijón constantemente pendiendo de su cabeza le hace preguntarse en su fuero interior: « ¿Y si uso esa vehemencia para mi propia lucha interior?». Hasta que da el paso, cesa en el esfuerzo y se deja llevar. Se hace amigo de la vida, se vence a sí mismo y se libera.