La Gaviota, la Pardela o Ave del mal tiempo: es simbólicamente el detector emocional.
La Pardela juega incansable al ras del agua a sortear las olas, de forma temeraria adapta su movimiento al del agua sin prever nada, tal y como llega, y jamás se moja, simboliza sortear las emociones más tempestuosas, pues el agua simboliza lo emocional y el océano, el insondable inconsciente y nos dicen que usemos el pensamiento para elevarnos sobre la ola emocional, observarla, adaptarse a ella, sin dejarse engullir o secuestrar, y hacerlo con la alegría de un juego, el de burlar el arrebato emocional.
La Pardela nos enseña autoobservación, adaptación, flexibilidad, fluidez, ser tolerantes con las olas emocionales, sin dejarte mojar por ellas. Porque en esta vida hemos de aprender a adaptar lo que queremos a lo que la vida nos trae, ni dejarnos manipular por los acontecimientos, ni tratar tampoco de controlarlos, por tanto, nos muestra el arte de la plasticidad, la elasticidad, como Pardela adaptando su vuelo al movimiento ondulante, y nosotros dejando de reaccionar a nuestros automatismos, observarlos, prever su próximo movimiento, y que no nos sorprenda, sortearlo, adaptándonos a lo que viene.
El Tótem Gaviota vuela más alto, por tanto ve con más perspectiva, ambos usan los tres elementos; la tierra para nacer, el agua como fuente de alimento y el aire como vehículo, es decir que, como nosotros, que nacemos de un cuerpo físico, podemos vivir experiencias gracias a las emociones y tenemos el vehículo del pensar para elevarnos sobre materia y emoción, y ver con más claridad.
Pero el graznido característico de la Gaviota, tan evocador de puertos y de mar, nos habla del detector emocional, de observar nuestra vida emocional con perspectiva, elevarnos sobre ella, pero dando un uso a las emociones que nos embargan, hacerlas nuestras amigas, estar atento a las sensaciones de quedar molesto o tocado y usarlo como avisador; la gaviota nos pide que estemos atentos cada vez que tengamos la fuerte sensación de que algo no va bien, cuando nos suenen las alarmas, cuando algo nos mueva una emoción secuestradora y una vez detectada la emoción, detenerse en ella, aceptarla sin tratar de huir, para que nuestros automatismos no la vuelvan a ocultar, la emoción pasa de inconsciente a consciente y pierde su poder en la sombra, y mientras tanto también nos permite poder llegar al fondo de la cuestión para conocernos y conocer la fuente de nuestras emociones, de dónde brotan, cual es el detonador. El graznido de Gaviota simboliza la alarma del piloto automático, el detector de que hay que pasar a piloto consciente, que es el inicio del camino del auto conocimiento.
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