Los équidos manifiestan los tres aspectos del alma humana, y como género también hacen una evolución. El Género Equus está compuesto por 3 especies: los caballos, las 3 especies de Cebra, y el Asno, y Asno Salvaje Asiático. Pero ¿qué significa “los tres aspectos del alma humana”? Vamos a verlo:

Nuestra alma es la parte de nosotros que media entre lo que en nosotros es materia, con todo lo que en nosotros es espíritu. Nuestro lado materia es el cuerpo físico que está compuesto por los minerales de la tierra y es la raíz que nos ancla a este mundo de la forma y lo denso. Nuestro espíritu es nuestra gota de conciencia, el observador, es todo lo que en nosotros es cielo, lo que aspira a elevarse, el que vive en el ahora y tiene toda la información acerca de los propósitos que nos hemos marcado en esta escuela que es la tierra. Pues bien, hay un 3º elemento que media con los dos anteriores, y es el que permite que un espíritu sutil se aloje en un cuerpo denso y es el alma, que los vincula a los dos y que es un término medio.

Y nuestra alma también tiene tres partes, a saber, la voluntad, la sensibilidad y la razón. Las tres son necesarias para aprender de las experiencias de la vida. Nuestra alma quiere, siente y piensa. El sentir nos hace salir de la oscura tierra del cuerpo físico para conocer el exterior, la voluntad nos ayuda a crecer y elevarnos sobre la materia y el pensar nos ayuda a comprender y evolucionar. Y estas tres partes del alma humana las reflejan los équidos: el asno, la cebra y el caballo.

El asno domesticado, burro o borrico, tradicionalmente ha sido usado desde prácticamente el inicio de la civilización para los trabajos duros, y para cargar con pesos a través de largas distancias. Es un animal fuerte, frugal, resistente a las enfermedades, longevo y trabajador, pero terco, en el inconsciente colectivo hay numerosas historias de burros que, cuando no lo ven claro, se detienen y no obedecen una orden, hasta incluso se defienden con mordiscos y coces. El asno es pura voluntad, es el “yo quiero”.

Simbólicamente el Asno nos habla de nuestra fuerza de voluntad, y de nuestra capacidad de esfuerzo y trabajo, de esa parte del alma que quiere cosas, y que puede ser terca, o que puede estar dominada, domesticada y oculta en algún lugar del inconsciente. El Asno nos dice que para aprender de las experiencias en la materia hemos de entrar en contacto con nuestra propia voluntad, con ella tomamos las decisiones y aprendemos de sus consecuencias.

Burro suele ser sinónimo de corto de entendederas, debido a su terquedad malinterpretada por el humano, pues se le juzga como obstinado, sin embargo, no es más que la expresión de su voluntad. Él decide que por ahí no, y es no. Por ello, ha recibido frecuentemente un trato brusco y desconsiderado, porque cuando usamos a los animales como objetos no miramos por sus necesidades o su voluntad, sólo queremos resultados. También es sinónimo de todo lo rural, pues al ser tan frugal y resistente ha permitido que estamentos con muy pocos recursos se lo pudieran permitir para el trabajo duro.

Su cuerpo, más ligero que el del caballo, con patas cortas, cola con un mechón en el extremo, orejas largas y puntiagudas, crin corta y erguida, sin copete frontal y cascos más reducidos, es el símbolo del trabajo duro y de una voluntad de hierro.

La Cebra, físicamente es una transición entre el tosco burro, y la hermosura del caballo. La cualidad más sobresaliente de la Cebra es que es rayada, y que las rayas son diferentes en cada ejemplar, como una huella dactilar, y así nos muestra en su cuerpo lo sensible, nos habla de la segunda cualidad del alma: la sensibilidad, pues ese pelaje dual, blanco y negro entreverado, habla de esa parte del alma que al sentir discrimina entre bueno y malo, la dualidad y las emociones semiinconscientes, es el “yo siento”. La Cebra nos habla de nuestro mundo sensible, de las emociones, que son movimientos del alma para conocer en nuestro interior lo que sucede en el exterior, las emociones y lo sensible son también herramientas para el aprendizaje.

La dualidad se define como los dos lados de una misma cosa, que se han separado para que los distingamos y los conozcamos. Si queremos conocer el bien, lo hemos de comparar con lo que nos hace sentir el mal. Bien y mal salen del mismo tronco, son opuestos complementarios, como las rayas de la cebra blancas y negras. Por eso su mensaje tiene que ver con el Alma sensible.

La Cebra es también fuerte, asume la voluntad del asno en su ser y avanza un paso más con la sensibilidad. Ella alarga algo las patas, acorta las orejas, pero no llega al grado de hermosura y perfección del caballo que es simbólicamente el Alma racional.

El caballo asume la voluntad del burro, la hipersensibilidad de la cebra y va más allá mostrando el cuerpo más elevado, de grácil movimiento, el vehículo de la con­ciencia, es el “yo pienso”. Por eso, simbólicamente, un caballo sin una conciencia que lo guíe no está completo.

Tradicionalmente, el Caballo ha sido usado por el humano para viajar, para el desplazamiento y las largas distancias, nos hizo veloces y aventureros, y la especie aceptó el papel de vehículo fácilmente, igual que el Asno aceptó la domesticación, pues su mensaje simbólico tiene que ver con este uso.

Él es un animal fuerte y con voluntad como el Asno, hipersensible como la Cebra y, además, al permitir ser guiado o ser útil a un jinete, se nos muestra como el pensamiento, que es el vehículo de lo más elevado: la conciencia.

Simbólicamente nos habla de que la mente es una de nuestras facultades más brillantes, pero sólo es un vehículo, es una cualidad para el fin último que es aprender y elevar conciencia, no es el fin en sí mismo, ni la única cualidad del alma. El Caballo nos dice que el Alma se deja guiar por la conciencia despierta y que mientras está dormida, el alma va en piloto automático, dirigida por los impulsos inconscientes y las reacciones del Ego.

Por tanto, para aprender de las experiencias en la materia, además de entrar en contacto con nuestra voluntad de Asno, oír las sensaciones del cuerpo, y afinar nuestra sensibilidad de Cebra, también hay que hacer un buen uso de la mente como el Caballo, es decir, que ella no nos controle, pues es nuestro lado consciente el que ha de controlar lo que el alma piensa. Así el lado espiritual lleva las riendas de nuestra vida, cuando controlamos lo que pensamos, cómo expresamos lo que sentimos, y todo ello alineado con lo queremos.

Físicamente, el Caballo alcanza un grado de perfección con respecto a sus dos congéneres, como mostrando una evolución. El cuerpo del caballo se podría definir poéticamente como un instrumento musical afinado, sensible y fuerte, como algo poderoso, pero a la vez sutil y bello, por eso es un animal fascinante, cuyos movimientos son inspiradores; su galope es como la danza rítmica de una bailarina haciendo piruetas en el aire.

Y nos dice que nuestra mente es un regalo, es sutil, poderosa y bella, pero necesita de una conciencia que la guíe, no puede ir desbocada, necesita que despertemos nuestro lado consciente y prestemos atención al alma y el cuerpo, que son nuestro vehículo para este viaje por la tierra.

Por último, el género equus está muy estrechamente emparentado (porque simbólicamente, las 3 cualidades del alma están muy vinculadas): de tal forma que las 3 especies que lo conforman pueden cruzarse entre ellas, aunque el híbrido resultante, siempre es estéril por tratarse de especies diferentes, por ejemplo: el Mulo o la Mula es resultado de un asno y una yegua (a la derecha en la imagen), el Burdégano de un caballo y una hembra de asno (a la izquierda en la imagen), el Cebroide de un caballo y una cebra (en el centro en la imagen), y la Cébrula de un asno y una cebra.

Esto nos habla simbólicamente de que la personalidad de nuestra alma, las cualidades que nos colocamos en nuestra alma para experimentar lo que venimos a experimentar, dependen de la cantidad de cada una de las 3 cualidades que combinamos en ella; así, por ejemplo, una mula o un burdégano simbolizaría a la persona mental y fuerte, la persona hecha para el esfuerzo y el trabajo, muy racional y volitiva, aunque quizás un poco insensible. La Cebroide nos hablaría de la persona con una mente bien amueblada pero también muy sensible, aunque quizás con problemas de fuerza de voluntad, y la Cébrula de la persona con mucha fortaleza emocional, aunque quizás poco dada a razonar. Las combinaciones son tan amplias como personas hay en la tierra, pues nos ponemos porcentajes de cada una de ellas, para individualizarnos, distinguirnos y separarnos, como base para el aprendizaje.